Thursday, May 11, 2006

En Tu Playa Gris

En la playa en otoño, me siento como un hombre de mediana edad, algunas de mis hijas estan cerca, desde la mas guapa a mi favorita...
Ella tiene unos rasgos curiosos, esos con los que cuando eres pequeña las niñas intentan acomplejarte. Su belleza no es esa pálida, simétrica y extática. La de ella es viva y transformadora. Aprendió a apreciar sensaciones mas intensas e íntimas que las que se producen solo a ras de piel. Su energía y conocimientos han hecho a su cuerpo receptivo a esos placeres.
Su piel, sus formas, sus ojos atraviesan, queman, absorven, la vida corre por sus venas fresca y fluída. Tan joven y ya ha vivido mucho mas que cientos de vidas enteras. Ella es mi favorita. Despues de luchar con los fantasmas de la memoria, mirar a los invéciles a los ojos, acabar con esa impunidad de los que van siempre por la vida de pasada.
No todo fué fácil para ella, escojí la escuela menos mala que encontre, y esto sigue siendo niños y niñas estupidos guiados de profesores mucho mas estupidos, por supuesto fué prevenida, no fue traumático. Era curioso ver como consiguía espabilar a las mas afables de sus compañeras y como algunos de los chicos agradecieron todo esto (quien me hubiera dado estar en su lugar...).
Los pedazos del mundo se mezclan con la arena y el agua en la orilla a través de la luz... Los sueños y la música en mi lugar fueron una válvula de escape natural al mundo, vamos, al ruido de la gente mas cercana. También fue una vía reveladora de lo que soy y lo que mas sanamente quiero.
La música llega del recuerdo como los sonidos lejanos de una caracola, con diferente equalización dependiendo de la distancia de ésta con el oído. Así como entre sombras, desde la noche de la memoria llega un sonido reverberado, soñado.
Así, en ciertos momentos se puede llegar a alcanzar un estado de ensoñación real...

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